viernes, 1 de noviembre de 2013

Mis muertos

Senderos de ramos de flores adquiridas con las prisas de última hora y el deseo que ponerlas frescas y lustrosas recordando a los que hoy no están.
Mis muertos me acompañan cada día. Es una decisión personal. Para mí no se hallan en un lugar sombrío, frío y cerrado a cal y canto. Están en cada acción y en cada pensamiento, están en lo que hago.
Con sus partidas aprendí a llorar desconsoladamente y a gritar lo injusta que es la vida. Aprendí a que hay que cuidar del que queda y que no somos para siempre.
Mi abuelo me enseñó cómo, aunque el reúma te lleve despacio, con perseverancia y fuerza de voluntad se consigue todo. Se le paró el corazón pero nunca se ha ido.
El puto cáncer se llevó a demasiados. Tuve que ver cómo se marchaban lenta y dolorosamente sin que notaran lo fingida de mi fortaleza. Siempre la esperanza por encima de la certeza. Nunca estaban peor, siempre había esperanza en salvar los obstáculos. Siempre hubo cercanía y calidez en esa maraña de médicos y enfermeras que se desvivían porque no tuvieran dolor o porque se sintieran mejor. Incluso cuando les mentían para que no se vinieran abajo y perdieran las ganas de vivir. Todo, la Sanidad Pública hizo Todo lo posible por ellos. Y por nosotros.
Aprendí a pinchar morfina porque, en aquellos años, la sanidad rural era entre inexistente y desaparecida y en aquella Galicia de entonces los kilómetros eran horas de dolor horroroso. Sólo tiemblan las piernas la primera vez.
Hace pocos meses se me fue el último. Se le partió el corazón de puro grande, supongo. Llovía como si todas las lágrimas que hubiera de verter yo desde ese día me cayeran encima. Se hizo noche porque hasta la luz entristeció. Murió conduciendo. Cuando me metí en ese coche para recoger sus cosas se me quedaron pedazos allí. Se marchó decepcionado de la política.  Me lo decía siempre. No olvidaré las veces que me dijo que no me apartara nunca de la gente, que intentara ser la mejor para no perder ninguna oportunidad de aprender. Ni las discusiones. Ni las visitas de desahogo en las que, una vez ha pasado el tiempo, siempre tenía razón.
Cada vez que el Gobierno toca la Sanidad Pública, mis muertos me recuerdan que hay que seguir luchando. Cada vez que asestan un mazazo al estado de Bienestar mi abuela, la que se fue, me recuerda que nunca fue fácil pero que nadie dijo que la vida lo fuera. Enterró a dos de sus hijos, muertos por el puto cáncer. La oigo decirme que Felipe trajo la dignidad que la dictadura arrebató. La recuerdo mirándole embelesada, admirando. La veo socialista hasta el tuétano. Y yo con ella aprendí a que serlo no es una pose, es un sentimiento. Es una forma de ver la vida, es verme reflejada en sus vidas. Es sentir orgullo y desear que mis hijas, que mis nietos sientan lo mismo por mí.

Porque mis muertos, con sus recuerdos, son míos.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Gracias, gracias, gracias

Hoy siento que debo dar gracias a mucha gente.
Llevo días aguantando insultos y amenazas de un fascista y de su piara de amigos.  Me vais a permitir que no mencione sus nombres. Tendrían más protagonismo del que se merecen. Se disfrazan en perfiles anónimos para poder vomitar todo lo que, muy probablemente, no tendrían arrestos de decir de otra manera. Se sienten intocables. Pobres.

De ellos, se ocupará la Guardia Civil y la justicia. Pero también les tengo que dar las gracias. Han conseguido sacarme una fortaleza y un empeño que creí aletargado por el trabajo que esta maldita crisis nos provoca.  Ni ganarán, ni pasarán.

Pero, a los y las compañeras, a los y las amigas no tengo palabras suficientes para agradecerles las muestras de apoyo, de afecto y de ánimo. A la dirección del partido, a la regional y a la federal. No habéis dejado ni la posibilidad de que se resquebraje la coraza ante tal profusión de virulentos ataques. Sólo por eso, merece la pena seguir peleando. Sé que esto no acaba más que empezar.

Creo que somos cargos públicos para algo más que subir y bajar impuestos. Lo somos para preservar valores y para hacer lo que llevamos en nuestro ADN ideológico.  Observo con espanto la proliferación de perfiles fascistas emponzoñados en la más aberrante práctica de destacar de los demás  soltando la burrada más grande. Mal que no mejora, empeora. De la gripe aviar a una especie de gripé avícola y tics nerviosos que hacen levantar puños para emular al dictador. Y de ahí en adelante demostraciones obscenas de la fascistoide necesidad de justificar muertos en la cuneta o ejecuciones de la dictadura.

Al amparo de un gobierno disciplente con las “travesuras y gamberradas” de quienes pintan canas, salen de las madrigueras al albur de un oscuro anonimato en el que no desentonar entre los suyos. Golpes de un patriotismo más falso que un Gucci “Made in China” y que usan la bandera más como ala de avestruz para esconder la vergüenza que de símbolo de honestidad patria.

Soy ROJA. Estoy orgullosa de serlo. Y para desgracia de quienes hacen ímprobos esfuerzos, pienso ejercer con todas mis ganas aquello de la Igualdad, ¿habéis leído bien?, Igualdad. Democracia, Derechos y Convivencia.

No cabe rendirme. No lo voy a hacer. Quiero que quien amenaza de muerte acabe en la cárcel. Tolerancia cero contra la violencia.

Gracias. Os debo seguir intentándolo.

martes, 21 de mayo de 2013

Padre Nuestro de una atea. Dedicado al PP.




Harta de que cada día el cúmulo de noticias sea una consecución de actos cada vez más cercanos al franquismo que al siglo XXI. Harta de ver cómo acaban con lo que a muchos les costó la vida conseguir e inquieta porque si les dejamos, dejarán un mundo peor para nuestros hijos.
Harta de estar gobernados por trajes comprados por sobornos, por dinero sucio, por sátrapas con la misma catadura moral que una hiena y que se dan golpes eclesiásticos de pecho porque se creen que la pila de agua bendita -agua de Solares puesta en una pila de frío mármol- lava tanta miseria y blanquea sus sucias vidas.
A aquellos que les importa más lo que diga la Iglesia que la ciudadanía, les dedico este Padre Nuestro con el mismo cariño con el que ellos miran a quienes peor lo pasan en esta crisis. Ninguno.






PP nuestro, que estás en el gobierno
sacrificado ha sido el país
venga a nosotros tu miseria moral
hágase tu repugnante fascismo
en nuestros cuerpos y en nuestras aulas
nos quitas el pan de cada día para cebar cerdos
y pretendes que te alabemos
nosotros jamás olvidaremos a los que nos ofenden
y caeremos en la tentación
de librarnos de vuestro mal.
Amén –laico, eso sí-.

martes, 30 de abril de 2013

Cuando reconvertir a un gay mata a un chico de 15 años. Maltratadores con pedigrí


Con las tripas revueltas, los pelos de punta y el corazón latiéndome a tal velocidad que podría ganar él solito una maratón.
Así me he quedado tras leer la noticia del asesinato de un joven de 15 años  al que sus padres enviaron a un campamento para “hacerle hombre”. Quien tenía que lograr tal mezquino objetivo ya había matado antes por “la causa”. Pero siguió esforzándose en hacer de la muerte de los chavales gay la peor de las torturas posibles: dejarles de morir de hambre, electrocutados, apaleados y vejados hasta límites mortales.
Sucedió en Sudáfrica pero podría suceder en cualquier lado del mundo. También en esta España nuestra invadida por la “sotanización” de la política y por la mezquindad y el integrismo de quien viste esos faldones donde esconder miseria moral hedionda.
No hace tanto que Durán i Lleida promulgaba este tipo de ideas de “reversión” de la condición sexual de personas cuya orientación sexual no es la suya. Terrorífico en un representante público que juró respetar la Constitución y los derechos que allí se recogen para todos los ciudadanos y ciudadanas en la misma medida. Con sus derechos y su libertad a decidir a quién amar o cómo vivir su sexualidad.
Que en el siglo XXI haya que escuchar noticias de este tipo, dice bien poco de la evolución mental de algunos seres que se quedaron en la fase previa del Australopitecus.
Las religiones se han convertido en extremismos porque sólo así perviven en su falaz e ingente negocio de seguirse enriqueciendo a costa de quienes sí creen de verdad en el Más Allá.
Y España no está libre de que estos terribles acontecimientos puedan suceder. Sólo hay que escuchar al Ministro de Interior decir que los homosexuales pueden provocar la extinción de la raza humana. Si la persona que vela –o que supuestamente vela- por nuestra seguridad piensa así, ¿qué nos hace suponer que en algún momento no prevalecerá su integrismo al respeto más intrínseco de la ley? Tampoco ayuda el obispo de Alcalá con su continua sucesión de declaraciones estultas en las que pareciera dar a entender que se dedica a practicar “labor pastoral” en todos los clubes de alterne de la noche madrileña habida cuenta de su conocimiento de quiénes y cómo trabajan en ellos. No sabemos si en ese sacrificio en pro de la evangelización habrase levantado la sotana o simplemente habrá genuflexionado las rodillas intentando comunicarse con el “todopoderoso aparato que lleva a la gloria” pero lo cierto es que en menos de dos metros de altura no se puede ser más retrógrado y animal –y que me perdonen las jirafas-.
En este país de porteras en el que nos interesa más saber con quién se acuesta Pepe y Juan que saber si podremos llevarnos un mendrugo de pan para comer, esta raza de parásitos son sotana que sólo se alimentan de nuestras energías y dinero, encuentran el campo bien abonado. Como la mejor de las bacterias.
Por buscar una cosa buena, decir que esto tiene cura. Despojar de todo privilegio a quienes sólo han trabajado para expoliar nuestras vidas para que, esta vez sí, tengan tiempo para la oración.

Aviso: esta noticia es muy dura para las personas que aún tienen algo de sensibilidad